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domingo, 21 de febrero de 2010

Tantra Yoga



Tantra Yoga

Cuerpo

El Tantra Yoga fundamenta el desarrollo de su trabajo en la re-integración de la conciencia con los valores superiores del Ser, en definitiva con la conciencia cósmica. También resulta siendo un Culto del Éxtasis, un estado de conciencia superior en el cual participamos de la Sensación Divina, la expansión de la conciencia, el estado de no tiempo, la felicidad, el Samadhi.
Existe una íntima relación entre el éxtasis espiritual y el éxtasis sexual, podríamos decir que son parte de una misma energía, de un mismo estado. En la unión sexual del Tantra Yoga (Maithuna) el aspirante eleva su conciencia llegando al éxtasis espiritual-sexual, ascendiendo la energía hacia adentro y hacia arriba. El hombre debe personificar a Shiva, el principio cósmico masculino, y la mujer a Shakti, el principio cósmico femenino. No se trata de una representación, sino que los practicantes deben darse cuenta que son Shiva y Shakti quienes se unen en el Maithuna. Shiva y Shakti tienen que ser vividos en el acto


sexual, de lo contrario no es posible lograr la unión con la conciencia cósmica. Por lo tanto es necesario comprender que la mujer ya no es una mujer, sino que es Shakti, la diosa, lo mismo el hombre que es Shiva.
En la India el Maithuna se practica luego de un período de preparación y prueba de competencia. Estas pruebas están a cargo de un Gurú, que es el que se encarga del desarrollo del neófito. La máxima del Tantra Yoga señala al Gurú como elemento fundamental en la iniciación a los misterios sexuales. Cuando se realiza la unión mística de Shakti con Shiva, el sadhaka (discípulo varón) bebe la ambrosiaca bebida soma, y adquiere los "oscuros poderes lunares de Shakti". La mujer es así la Suprema Sacerdotisa tantrica, quien inicia al hombre en el despertar de su propia Shakti, Kundalini Shakti.
Cuando nos situamos en el estado de trascendencia podemos vivenciar la relación desde un estado del alma más profundo, el estado de Ser. Esto no solo es aplicable al acto sexual, sino que será trasladado a todas las relaciones de la vida. En definitiva el Tantra Yoga busca que nos unamos con Dios, reconociendo que somos esa totalidad. Para él, ningún templo supera la santidad del Templo-cuerpo. El cuerpo es entonces el templo de Dios, donde vive y se manifestará la fuerza divina interior. Debido a que es la misma divinidad quien habita el cuerpo es que se considera sagrado, así como la materia es sagrada porque también es obra divina. Por eso se entiende que es necesario vivir totalmente y por lo tanto gozar intensamente de los dones otorgados por Dios. Este goze completo se realizará en forma más intensa en el acto amoroso, cuando el hombre y la mujer dejen sus personalidades limitadas y comprendiendo su naturaleza divina, se fundan en el abrazo sutil, para vivir la unión de Shiva y Shakti.
Hacer el amor es un arte, un arte que en oriente fue tomado como tal, de ahí el famoso tema de las posiciones para el acto sexual, figuras, esculturas y diversas representaciones que nos dan la pauta de la importancia que tenía y que tiene en la cultura oriental el hecho del gozo sexual, el deleite, y no como pasa en occidente donde todo se centraliza en el orgasmo, o sea en la culminación del goce.
La escuela Kaulachara, escuela tantrica védica, preconiza la sublimación de la energía sexual, el sendero derecho, y la transmutación de la energía sexual conocido como el sendero izquierdo. La transmutación de la energía sexual es lo que en occidente se ha denominado Magia Sexual, aunque el término abarca más cosas que se vinculan a la cristalización del espíritu divino en el hombre, la base de esa cristalización es la transmutación de la energía, la Alquimia sexual. Esta transmutación consite en la ascensión del fuego sexual hacia adentro y hacia arriba, a través de la intención, la respiración y el estado mental adecuado. O sea que cuando hablamos del arte de amar no sólo hablamos de técnicas, sino de estados internos que serán los que manifiesten los movimientos de nuestro cuerpo. Sin estados sutiles, elevados de conciencia, no hay aplicación de técnicas que nos puedan ayudar a transmutar la energía y por ende a expandir la conciencia, porque la técnica deviene como un arte que se manifiesta desde el profundo sentir del adepto.
Según el Tantra Yoga es "Santa la mujer en el acto carnal; ella debe hallarse en situación de transformar igualmente el fuego de su potencia sexual y poderla conducir a centros superiores del cuerpo". El hombre por lo tanto debe aprender a "ver" a la sacerdotisa para poder comprender la unión de Shiva y Shakti, los textos tantricos nos dicen que ella es "extremadamente sutil, la que despierta el conocimiento puro, la corporización de toda bienaventuranza". También el sadhaka la contempla como la "inmaculada morada del tesoro de la belleza, el protoplasma brillante, la engendradora de todo lo que es, que inescrutablemente se transforma, muere y vuelve a nacer". En la Lalita Vistara, leemos que es aquella "cuya delgada cintura, doblada bajo el peso de la fruta madura de sus senos, se hincha en enjoyadas caderas, cargada con la promesa de infinitas maternidades". Según el Tantra Yoga, si el sadhaka no puede ver así a la Shakti, es mejor que no prosiga con el rito, de lo contrario se convertiría en un acto común, alejado de lo sagrado, por la propia visión del aspirante. Una vez que el aspirante comprende que su mujer es Shakti puede entonces iniciar el juego erótico.
Resulta complicado adaptar los ritos tantricos a la mentalidad occidental, demasiado contaminada por una visión del sexo, muy alejada de lo sagrado. Sin embargo, como el Tantra Yoga es la expansión de la conciencia por la liberación de la energía, podemos comenzar practicando la unión sexual en forma natural, sin establecer reglas, aprendiendo a ser uno con nuestra pareja, sin buscar nada, sin ir tras un orgasmo reglamentario, sino viviendo el momento, aprendiendo a amar sexualmente. Una vez que los consortes se dan cuenta de que son lo sagrado, no hay diferencia entre acto profano y sagrado, todo es sagrado porque es sacralizado por la comprensión espiritual de la pareja. Si bien se pueden realizar actos sexuales ritualísticos, no por ello son menos sagrados los actos sexuales cotidianos, en la medida que conservan la devoción, el amor y la conciencia de que llevamos dentro a la Divinidad.
Como decíamos anteriormente la clave de todo es comprender que Dios es quien hace el amor y nosotros participamos de su éxtasis, allí es cuando se pierde nuestro pequeño ego cotidiano y entramos en el Reino de la Conciencia Mágica y Cósmica. Shiva dice: "Vuélvete amor. Cuando estés abrazando, vuélvete el abrazo, vuélvete el beso. Olvídate de ti mismo completamente, de forma que puedas decir: He dejado de ser; sólo el amor existe"

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