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miércoles, 16 de diciembre de 2009

Energia vital o energia ki


LA ENERGÍA VITAL


Hay una gran Energía Universal, a la que podríamos referirnos nombrándola con mayúsculas, una Energía que todo lo abarca y contiene, de la cual todos los seres formamos parte. Esto equivale a decir que el Cosmos, el Universo, y todo lo creado, tanto lo material como lo espiritual, son parte de esa Energía, manifestaciones suyas.



Pero también es cierto que esta gran Energía primaria se manifiesta a través de muchas otras formas concretas de energía, de la misma manera que el tronco del árbol, único, se descompone en multitud de ramas individualizadas.

En la fotografía, la energía vital, o ki, fluyendo de mano a mano y provocando el movimiento de estas en el espacio.

Cuando los científicos hablan de "energía" se refieren a las fuerzas potenciales que, inteligentemente utilizadas, pueden convertirse en productoras de trabajo. Son las energías materiales, como la electricidad, el vapor, el magnetismo, la energía atómica, los diferentes tipos de energías naturales –eólica, solar, etc.- o las encerradas en sustancias tales como, los explosivos o el petróleo. Todas esas formas de energía tienen en común que ni son biológicas ni son inteligentes. Podríamos decir de ellas que son "energías brutas", y que sus efectos dependen del uso que de ellas se haga.

Sin embargo, hay una energía, biológica e inteligente, que se dirige a la conservación de la vida, y a la cual llamamos energía vital.

Está presente en todos los seres vivos pertenecientes tanto al mundo vegetal como animal. Y lo está, cumpliendo una doble función fundamental, en el hombre.

Por una parte, su cometido es el de preservar la vida y conservar la salud. Por eso se da una relación directa entre el estado de la energía vital de la persona y su nivel de salud.
La energía está en todo el cuerpo, y su característica es la dinamicidad, fluyendo activamente en todas direcciones. Pero basta que este fluir de la energía se reduzca o entorpezca en alguna área corporal para que, inmediatamente, comiencen a producirse problemas en ese punto. Un golpe, por ejemplo, produce un estancamiento de la energía en la zona golpeada, y la recuperación de la zona dañada solo se realiza en la medida en que esa energía estancada comienza de nuevo a fluir con normalidad

De la misma manera, toda enfermedad o disfunción corporal lleva implícito un desequilibrio energético que, en sus etapas iniciales, se produce siempre como energía estancada en exceso. Por su parte, la curación implica siempre una vuelta al equilibrio energético, de modo que hasta que este no se consigue la curación no se produce.

Un organismo bien constituido necesita un mínimo de energía para su correcto funcionamiento, de tal manera que, cuando este mínimo no se alcanza, el organismo comienza a fallar por falta de fuerza.

Así ocurre en la vejez, edad en la el organismo falla por falta de energía. Pero, durante la vida, a cualquier edad, se puede producir también un fallo por falta de energía si la que se tiene se encuentra en gran parte bloqueada. En esa situación el cuerpo carece de fuerza para recuperar los problemas que se originan continuamente.

De ahí la importancia de actuar sobre el estado de la energía para mantenerla en un estado de permanente equilibrio, dentro de nuestras posibilidades.

Cuando un cuerpo tiene su energía equilibrada, casi todos los problemas de salud se recuperan por sí solos, sin tener que recurrir a remedios externos tales como los medicamentos.

Este estado de equilibrio del ser humano, como base para la salud, fue enfatizado ya en los escritos hipocráticos, en los cuales se reconoce el valor de las fuerzas curativas intrínsecas de los organismos vivos, fuerzas a las que denominó como "el poder curativo de la naturaleza"

El otro gran cometido de la energía vital es el de servir de enlace entre componentes tan diversos del ser vivo como son su cuerpo físico y su alma.

Esta función de la energía vital, como enlace entre cuerpo y alma, es de extraordinaria importancia y, que yo sepa, nunca hasta ahora ha sido explicada por nadie. Una intuición de ello la tuvo ya Hipócrates (400 a. C, isla de Cos) al insistir en la relación entre alma, cuerpo y ambiente, de cara a lograr el equilibrio que se precisa para el mantenimiento de la salud.

Desgraciadamente, la medicina occidental no ha sabido entender estos puntos de vista y se ha desarrollado en una dirección totalmente opuesta a la mantenida por los principios hipocráticos. (Para más detalles dirigirse al cap.II del libro.)

El conocimiento de esta energía corporal fue patrimonio de Oriente desde hace muchos siglos. En la India se llamó "prana", y su práctica se desarrolló a través de los diferentes yogas. En la China se llamó "ch’i", (palabra que designa al gas o éter) y su conocimiento, derivado de tradiciones chamánicas, se aplicó a formas de evolución espiritual, desarrolladas tanto en el Taoismo como en el Confucianismo.

Precisamente es sobre esta energía sobre la que actúa la acupuntura a través de algunos de sus recorridos corporales más importantes, llamados "meridianos de energía".

Durante el periodo Han (206 a.C- 220 d.C) la medicina china se estructuró como conjunto de ideas que se plasmaron por escrito en los textos médicos clásicos.

Dentro de estas teorías, un concepto clave es el de equilibrio. Los clásicos chinos afirman que la enfermedad se manifiesta cuando el cuerpo pierde el equilibrio y el ch’i no circula correctamente, lo cual es totalmente exacto.

Pero lo difícil es pasar de la teoría a la práctica, y es este paso tan importante el que enseña a realizar la R.E.



En Japón, el conocimiento de la energía, que se llamó "ki", fue recibido de la China y desarrollado a partir de los periodos Nara, en el siglo VIII de nuestra Era y siguientes

En la figura de la izquierda, caligrafía de Shinmei Kishi con el ideograma representativo del ki

Especial importancia tuvo, en este aspecto, el pensamiento budista de la India, introducido en Japón también a través de China, y desarrollado bajo la forma de budismo Zen De esa manera se desarrolló toda una tradición basada en el conocimiento del ser humano como ser de energía. Las aplicaciones de esta tradición llegaron a todos los campos de la cultura: las artes, la guerra, la medicina, la filosofía y la meditación. Similarmente a como ocurrió en China, se desarrollaron en Japón formas de terapias energéticas propias, como el "shiatsu", o digitopuntura, basadas en el conocimiento de los meridianos de energía.

Sin embargo, la energía vital está en todo el cuerpo, no solo en los llamados meridianos, razón por la cual las terapias energéticas más eficaces, como puede ser la REGULACION ENERGETICA, actúan indistintamente sobre cualquier parte del cuerpo. Cualquier punto del cuerpo es punto de contacto con la energía vital.

En Oriente, con una forma de pensar muy diferente a la occidental, el concepto de "prana" ,"ch‘i", o "ki" abarca un campo muy amplio que engloba todo lo que es concebido como energía. Esa ambigüedad del término no es para ellos obstáculo alguno porque su mente, no cartesiana, está habituada a convivir sin problemas con lo ambiguo y misterioso.

De hecho, Oriente ha estado mucho más interesado en las aplicaciones prácticas del ki que en la profundización de su conocimiento teórico.

Pero hoy día es ya el momento de que el hombre del III Milenio se atreva a acometer la tarea de aunar la práctica con el conocimiento. Ya no basta con limitarse a repetir lo dicho por otros en siglos pasados, como si se tratara de un dogma cerrado incuestionable. Al revés, todo debe revisarse continuamente y ponerse al día, especialmente en materia tan delicada, partiendo de la superior capacidad de comprensión del hombre actual, mucho más evolucionado que el de siglos anteriores.

Muchos conocimientos heredados desde las tradiciones antiguas de oriente siguen siendo válidos. Pero otros deben de ser corregidos o actualizados, porque el tiempo que le va quedando al hombre para llegar a la máxima comprensión de sí mismo está siendo dramáticamente reducido.

Y un punto clave para avanzar en el conocimiento del ser humano es, precisamente, el de la energía vital.

En la segunda mitad del siglo XX, este conocimiento de la energía vital ha llegado también a Occidente. No solo a través del conocimiento de las filosofías orientales, sino también a través del conocimiento de su medicina, especialmente la acupuntura.

La aportación de Occidente a este campo no ha sido grande, pero sí ha sido significativa la realizada por Reich a través de la Bioenergética, basada en la energía vital a la que denominó "orgon".

Por otra parte, la física enseña que hasta la materia es energía; y la energía atómica no es otra cosa que la liberación de la energía encerrada en la materia. Pues si hasta la materia es energía, ¿cómo no va a serlo el ser humano en mucho mayor grado?

La medicina oficial considera solo a la energía corporal sintetizada como ATP (trifosfato de adenosina), pero esta es solo una forma transmutada de la energía contenida en los alimentos. El hombre todo es una gran pila energética en contacto con un entorno natural que es pura energía (o que lo era hasta que el hombre, insensible a la energía ambiental, se ha dedicado a empobrecerlo y a polucionarlo). Este microcosmos energético que es el hombre está en continua interacción con el macrocosmos energético del Universo, especialmente a través de la respiración. De ahí la gran importancia concedida a la respiración en todos los caminos orientales de purificación y evolución: yogas, shintoismo, taoismo, zen, etc. Bien entendido que al hablar de respiración me estoy refiriendo al intercambio energético asociado a la respiración pulmonar, el cual se realiza a través de la totalidad del cuerpo, y no solo en los pulmones.

La medicina oficial de nuestra Seguridad Social se ocupa de la salud de forma indirecta, luchando contra la enfermedad. Pero hay otra forma de terapia, en muchos sentidos mucho más avanzada, que se ocupa de la salud directamente, a través del equilibrio de la energía vital. Porque, finalmente, el estado de salud del cuerpo es la consecuencia del estado de su energía.

El aire, si está limpio, se presenta cargado de energía –el prana de los hindúes -. Un aire empobrecido, polucionado, es un aire desprovisto de gran parte de su energía. Igual ocurre con el agua. No posee la misma energía el agua que corre por los arroyos de la montaña, o el agua que cae saltando en las cascadas, que el agua estancada de un pantano o de un depósito. La carne de un animal muerto carece de energía vital, la cual desaparece en el momento de la muerte. Pero no ocurre así en el caso de los vegetales. Una fruta recién cortada mantiene la plenitud de su energía vital durante un tiempo, y solo la va perdiendo lentamente. Por eso, cuando la consumimos, ingerimos su energía viva, la cual nada tiene que ver con el poder calórico del alimento.

La energía vital puede ser sentida por toda persona un poco entrenada y que tenga un organismo limpio y sensible.

Esta percepción se puede realizar con todo el cuerpo pero, de modo especial, con las manos.


Desgraciadamente, muchas personas ni siquiera son capaces de sentir su cuerpo físico, o solo son conscientes de él cuando les duele, lo que equivale a decir que solo son sensibles al dolor.

Otros confunden las percepciones energéticas con sensaciones nerviosas o musculares

Mi esperanza es que en el III Milenio el ser humano se adentre, con todas las consecuencias, en el campo de la energía vital, el cual es la puerta, entre otras cosas, para adentrarse en el conocimiento de sí mismo y en el camino de su evolución espiritual. Por eso digo, en la página inicial, que la Regulación Energética es una forma de terapia, pero también un camino de salud y un medio de evolución.

Para tratar la enfermedad basta con conocer el poder del medicamento, pero para cuidar la salud –de una forma integral- hay que conocer al hombre, y para ello es imprescindible conocer a fondo lo que somos, la energía que somos, nuestra energía vital. Por otra parte, si no somos capaces de sentirnos como energía vital, ¿qué posibilidades podremos tener de sentirnos como alma?. El alma también es una realidad energética, no algo confuso enmarcado dentro del ámbito ambiguo de las creencias religiosas.

Personalmente no estoy interesado en las religiones, alimento solo para personas inmaduras, pero sí me interesa, y mucho, la realidad, la realidad TOTAL que somos, la cual incluye todo lo que es, tanto lo que vemos como lo que no vemos. Por eso el conocimiento de la energía contiene muchas facetas. Una es la de la salud corporal, la más inmediata y práctica. Dado que esta energía es la responsable del cuidado de esta máquina que es el cuerpo humano, el mantenerla en las mejores condiciones de funcionamiento es de suma importancia. A esto llamamos equilibrar la energía, y es el objetivo al que se dirige la práctica de la Regulación Energética.

Otra faceta es la de permitir que nos adentremos en la comprensión de lo que somos lo que requiere el conocimiento de algunas claves básicas, como las que se aportan en la Primera Parte del libro.

Para ampliar este tema de la energía vital, dirigirse a los capítulos I.5, I.6, I.7 y III.1 del libro.

Autor: Xavier Sanchez de Munuan

Fuente: www.regulaciones.com

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